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Sábado, 10 de la mañana, esperando al fontanero en los apartamentos donde trabajo… llega tarde… no es extraño.
Un día precioso. Después de esta ciclogénesis explosiva o como se llame, no ha quedado ni una nube en el cielo, 11º.
Tarda demasiado y yo, como saben muy bien mis amigas más cercanas, ODIO esperar así que voy a buscar un café calentito en el bar de la esquina. Hay gente que por sistema se levanta animada y de buen humor, el camarero es uno de estos y se agradece.
No sé si os habéis dado cuenta vosotros también, pero por las mañanas de los sábados, la gente que pasea por la calle temprano es gente “especial”. Camina en otro “plan”. Gente mayor que aprovecha el tiempo porque saben de su precio y su valor, gente que pasea el perrito y no tan “ito” (¡¿cuántos perros hay en Barcelona?!) Gente con prisas… (de este tipo hay a todas horas).
Me dirijo a Paseo de Gracia, ya me he cansado de esperar… Voy caminando y no puedo evitar fijarme en TODO. Me fijo en una tienda de DESIGUAL que es rarísima, como la ropa que venden, personalmente, no me gusta nada. Me fijo en las puertas de las calles de l’Eixample, puertas que se dividen en dos partes, las gigantes, y las minúsculas. Me fijo en el suelo, típico barcelonés.
Tengo a unos chinitos delante, estos si que están flipando más que yo… se paran en los escaparates de las zapaterías… ¿?¿?
Aina, amiga de la universidad, esta “cansada” de mi frase: Es que Barcelona m’enamora. Y sí, la suelo decir bastante… No puedo evitarlo. Cada detalle del suelo, paredes, olores, luces, temperatura… TODO me encanta.
Sigo andando dirección Paseo, me cruzo con un chico que lleva el pelo rosa… quiero pensar que ha perdido una apuesta y no lo lleva así adrede. Ya piso las baldosas de Gaudí, le saco una foto, debo tener ya unas 1.000 fotos iguales de este suelo.
Luz de mañana de invierno, clara, blanca y fría, veo la carpa de Plaça Catalunya y las fuentes al fondo. Cruzo la calle y me siento en los bancos hechos con cerámica rota y puestos en mosaico. Los mejores bancos de Barcelona y del mundo.
Empiezo a escribir lo que será este post en el móvil, café en mano. Pienso si los turistas, cuando visitan esta ciudad tienen también un sentimiento parecido al mío o solo nos pasa a los Barceloneses. 5 minutos después me llama Adolfo, el fontanero. Ya está en la puerta. Me levando y voy hacía ahí.
Pisando fuerte y rápido con las botas, mi paso retumba por las calles. Las abuelitas me oyen llegar por detrás, y con sus caminadores / bastones se hacen a un lado… como si les fuera a robar, pienso si tengo pinta de atracadora de ancianitas (NO). Supongo que hago demasiado ruido al caminar, por la calma que se respira en este momento.
Paso por delante de una Farmacia de “fa la tira” de la época del cromañón vamos. Me chifla que estas tiendas se mantengan abiertas.
Llego a los apartamentos. Adolfo está en la puerta. Aquí termina la historia.
Me alegro que Adolfo haya llegado tarde! 🙂
Al final, yo también 🙂 Buenos tardías Marta
En increible quin día mes maco que fa aquest dissabte… No se on vaig llegir que hi han dos tipus de persones les que matinen i les que no, i si… es un rotllo diferent… la veritat es que com ho expliques es el que em pasa cada matí.. m’encanta fixar-me en les persones pel matí de camí a la feina! Per cert es fotos molt maques! 😀
🙂 Una de les coses maques de treballar els caps de setmana (i pel matí) és que et creues amb gent que aprofita el temps 😉
Si.. amb una mica d’enveja pero que a la vegada gaudeixes del que veus, no? 🙂
hahaha si, totalment! Quan començava a treballar a les 7 del matí en un hotel… feia més mal… hahaha
hahahahaha a les 7 del matí… uff… si que fa mal… pero ja aprofites més el día!